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Nocturno
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.
Notturno
Frescura dei vetri nell’appoggiare la fronte alla finestra.
Luci di notte che nello spegnersi ci lasciano ancora più soli.
Ragnatela che il fil di ferro tesse sulle nostre teste.
Il trottare ampolloso dei ronzini che passano e ci commuovono senza una ragione.
Che cosa ci fa ricordare i versi dei gatti in calore,
e quale sarà l'intenzione delle cartacce che si trascinano nei cortili vuoti?
Ora che i mobili vecchi ne approfittano per togliersi di dosso le bugie,
le tubature liberano grida strangolate,
come se soffocassero dentro le pareti.
A volte si pensa,
nell’accendere la luce,
allo spavento che prenderanno le ombre,
e vorremmo avvertirle
per darle il tempo di raggomitolarsi negli angoli.
E a volte le croci dei pali del telefono,
sopra le nostre teste,
hanno qualcosa di sinistro
e uno vorrebbe appiccicarsi alla parete
come un gatto o un ladro.
Notti in cui desideriamo
che ci massaggino la schiena
in cui si capisca subito
che non c'è tenerezza paragonabile
al carezzare qualcuno che dorme.
Nocturno 2
Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
Notturno 2
Sotto il cuscino
una mano,
la mia mano,
che s'ingrandisce,
s'ingrandisce
inesorabile,
per sbucare
improvvisa
nella notte più profonda,
lasciare il letto,
oltrepassare le pareti,
mescolarsi alle ombre,
distendersi sulle strade
e stare sui tetti delle case insonni.
Attraverso le mie palpebre
contemplo le sue dita,
gentili,
tranquille,
dalle falangi ciclopiche;
le migliaia di fiumi
a zigzag,
rinsecchiti,
che percorrono il palmo arido di questa mano,
smisurata,
enorme,
attaccata all'insonnia,
al mio braccio,
al mio corpo
minuto,
perso
in mezzo alle lenzuola;
senza spiegarmi come questa
possa essere la mia mano,
e senza sapere perché s'impegna a sminuirmi.
Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.
Scrupolo
Mi sembra di essere vivo
di stare in mezzo ai rumori
di guardare le pareti,
di avere queste mani,
ma forse m’inganno
e pareti e mani
sono soltanto ricordi
di una vita passata.
Ho detto “mi sembra”
non garantisco nulla.
Produzione, Ithaca ©
Poeta argentino (Buenos Aires, 1891), nel 1922 pubblicò la prima silloge Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, seguita da Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932), Persuasión de los días (1942), Campo nuestro (1946) y En la masmédula (1954), la sua opera più audace.
RispondiEliminaNel 1961 ebbe un grave problema di salute che gli causò gravi complicazioni fisiche. Nel 1965 fu in Europa per l’ultima volta e al tientro a Buenos Aires morì nel 1967.
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RispondiEliminaPoeta argentino (Buenos Aires, 1891), en 1922 publicó su primer libro de poemas Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, seguidos luego por Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932), Persuasión de los días (1942), Campo nuestro (1946) y En la masmédula (1954), su obra más audaz.
RispondiEliminaEn 1961 sufrió un grave accidente que le disminuyó sus condiciones físicas. En 1965 viajó por última vez a Europa y a su regreso a Buenos Aires, falleció en 1967.
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